15 de mayo de 2011

ALAIN MASSERI

JACK PINTO

9 de mayo de 2011

SANTOS Y PECADORES: JEROME BARLEY

Al partir de Pandemónium tras el incidente de Everlight, la Kabuto fue atacada por la nave pirata Azure Vento, bajo el mando del capitán Tarquin. Los piratas lograron atrapar a su presa con un gancho de abordaje y mandaron a un grupo a forzar las esclusas y apoderarse de la nave.
Los tripulantes de la Kabuto lograron rechazar el abordaje y desengancharse del garfio, huyendo a continuación gracias a su mayor velocidad.
Jerome, uno de los piratas asaltantes, sobrevivió a la refriega y quedó atrapado en la huida. Dado que los tripulantes de la Kabuto habían recurrido a los servicios de la Hermana Elishea, del Santuario de Aeón, se les impuso como penitencia por sus servicios que perdonaran la vida a la próxima persona a la que tuvieran intención de matar. Jerome no sólo fue perdonado, sino que, una vez fue demostrando que era de confianza y que su pasado como pirata le capacitaba para realizar todo tipo de labores en la nave, fue aceptado como tripulante de la misma.
Ahora sirve en la nave como estibador, cocinero y lo que haga falta, además de quedarse cuidándola cuando los otros miembros salen a cunplir alguna misión. Recibe un salario mucho más generoso de lo que ha visto en toda su vida de siervo fugado y afirma que está ahorrando lo máximo posible para poder comprar la libertad de su novia, a la que dejó atrás cuando huyó de su amo en Pandemónium.

Raza: Humano
Alianza/Rango: Esclavo fugado, tripulante de la T-03 Kabuto

Cita: "Pensaba que entre las estrellas sería libre, pero uno siempre es esclavo de algo".

Descripción: Un joven de veintipocos años, de piel oscura y cabello rojizo. Tiene un rostro agradable que refleja ingenuidad, pero no así su mirada, en la que se intuyen penurias y cierta melancolía. Suele vestir con su mono de trabajo de la bodega de la nave.

Cuerpo:
Fuerza 5, Destreza 6, Resistencia 6
Mente: Inteligencia 4, Percepción 5, Tecnología 5
Espíritu: Extrovertido 3, Introvert. 4, Pasión 3, Calma 4, Fe 3, Ego 2

Habilidades Naturales: Encanto 4, Esquivar 6, Lucha 6, Presencia 3, Pelea 5, Observar 6, Disparo 5, Sigilo 6, Vigor 6

Habilidades Adquiridas: Subterfugio 4, Militar (Artillería) 2, Arte (Cocina) 6, Trato con Animales 4, Redención Mecánica 3, Abrir Cerraduras 4, Supervivencia 2, Tortura 1, Traje Espacial, Ciencia (Sensores) 1, Conducir (Tracción Animal) 3, Conocimiento (Pandemónium) 4, Conocimiento (Rutas de Salto) 1

Maniobras de Artes Marciales: Presa Marcial

Maniobras de Esgrima: Parada

Equipo: Una gastada heliografía de su novia de juventud (+1 a las tiradas de incitar la pasión si la vida de Jerome está en juego).


CAMPAÑA:


  • Ha participado en todas las partidas desde que se une a la tripulación en Locura ruinosa.

  • Réquiem por Cadavus: La Agencia Jacobiana captura la Kabuto y torturan a Jerome, los jugadores llegan a tiempo de salvarle y huir del planeta.

  • Cosecha de sangre: Esclavistas de la Asamblea lo atrapan para completar el cupo de la Cosecha de Sangre, sobrevive a la arena tras luchar valerosamente en el bando ganador.

  • Conmemoración: Mientras los jugadores asisten a la celebración Keddah, Jerome se queda en la Kabuto en compañía de una "dama misteriosa" de la que el resto de los tripulantes desconocen su existencia.

  • El vientre de la bestia: Cuando los personajes son capturados por la escuadra de venganza del agente Engel, Jerome se infiltra solo en la Kabuto y los rescata heroicamente.
  • 7 de mayo de 2011

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo VI - El Protector

    Engel avanzó a grandes zancadas atravesando la enfermería de la nave. Ignoró las protestas de Uldas y fue a encararse directamente a su paciente.

    -¡Clayton!- agarró al soldado de la pechera -¿Por qué has desobedecido mis órdenes? Tenías que ceñirte al plan. ¡Ha sido una masacre! ¡Y encima se nos han vuelto a escapar!

    A pesar de las quemaduras que le había causado Salkias Karionte, Clayton no se dejó intimidar en absoluto. Era un soldado curtido en el Frente de Estigma y no se iba a dejar amedrentar por un piloto trastornado. Sin demasiado esfuerzo -a pesar de su baja estatura era puro músculo- apartó la mano de Engel. Luego sacó uno de los puros que solía levar en la pechera y lo encendió ante las narices del Killroy.

    -Tu plan era mierda de Bruto, Engel -Clayton esbozó una sonrisa sarcástica. -Si nos hubiéramos limitado a volarlos por los aires esto ya habría acabado.

    -¡Teníamos que acabar con ellos, no con el resto de la sala!

    Habían cercado a la tripulación de la Kabuto en un lujoso hotel de Tethys. Les habían tendido una trampa y estaban desarmados. La situación era perfecta, pero, al igual que en la órbita de Shaprut, sus enemigos habían vuelto a girar la tornas y escapar.

    -Alguien nos ha traicionado, Engel. No podían saberlo. La Carroñera... fue un error meterla en el plan.

    -No, no fue ella. Lo he comprobado. No cumplió con su parte de acabar con Pinto, pero desconocía el lugar de la trampa -Engel había recobrado la calma -Ya iremos a por ella cuando volvamos a verla, de momento no podemos dejar que el rastro se enfríe.

    -Si no fue ella, tenemos un chivato entre los nuestros -Clayton soltó una vaharada de humo y miró a Uldas descaradamente.

    -¿Yo? -Uldas empezó a sudar como un cerdo -¿Por qué iba a hacer tal cosa?

    -Porque eres un rata cobarde. No aguantas la presión y es fácil apretarte las tuercas.

    Engel le interrumpió:

    -No es Uldas, no es nadie de la nave. Os tengo a todos vigilados, Clayton, tenlo presente.

    Clayton era un auténtico soldado profesional, pero desde el principio él y Jonathon habían chocado por el liderazgo de la nave. El vorox parecía estar más a favor del soldado, pero Engel aún conservaba la lealtad del Cosaco y eso le garantizaba a su vez la de la tripulación Decados . Pero sabía que su control no era del todo firme, no podía confiarse.

    Tras casi dos años de persecución, todos ellos seguían siendo desconocidos o directamente se odiaban. Engel se preguntaba si habría más camaradería entre sus enemigos ; desde luego, a él le despertaban más admiración que sus compañeros. En esta larga persecución los había investigado tanto que casi creía conocerlos. No había dejado de odiarlos, es más, ese sentimiento si acaso se había acrecentado, pero sí había llegado a respetarlos.

    Clayton le sacó de sus pensamientos:

    -Si no fue uno de nosotros, ¿quién reveló nuestra jugada?

    -Creo que tienen alguien que les protege, un "ángel de la guardia" que vela por ellos. También me pareció que había algo raro cuando intentamos acabar con ellos en Shaprut.

    -Entonces sabes lo que debemos hacer.

    -Sí, primero les privaremos de ése aliado secreto...

    -Y después acabaremos con ellos -dijo Clayton mientras aplastaba su puro hasta apagarlo por completo.

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo V - El Rastro

    Sin poder evitarlo, su mano se fue inconscientemente hacia la funda de la pistola. Una llamarada de ira recorrió todo su cuerpo. Todo el odio acumulado el último año amenazaba con estallar en ese mismo instante. Nunca los había tenido tan cerca como hasta ahora y no podía hacer nada.

    Tuvo que ver impotente cómo se subían a su nave, la Kabuto, y abandonaban tranquilamente el planeta. Criticorum no era precisamente un mundo incivilizado como Cadavus. No era el lugar apropiado para plantar batalla en medio de un espaciopuerto. No era el momento, ya les pillarían en espacio profundo, donde la Némesis les daría la ventaja.

    -No se preocupe -le dijo su nuevo aliado -Están confiados, no irán muy lejos.

    El Sr. Sweet era el tipo de escoria con la que uno debía mezclarse cuando hace un trabajo sucio como éste. Aún así, Engel encontraba al Carroñero especialmente desagradable. No sabía si era ese aire de comadreja o su irritante tono nasal al hablar, pero se alegraba de que Sweet no fuera a acompañarles en el viaje.

    El Carroñero había prosperado mucho en su profesión y había hecho muchos enemigos por el camino. Entre ellos se encontraban Jack Pinto y sus amigos, quienes iban tras Sweet. Eso lo había convertido en aliado natural de Engel. Sweet aportaba una impresionante red de contactos que ya les había permitido llegar hasta su presa y además uno de sus "hombres" había insistido en unirse a la tripulación de la Némesis.

    Engel miró de reojo al gigantesco vorox que aguardaba a pocos metros de su jefe. Garrocce parecía mucho más civilizado que otros miembros de su raza. O al menos todo lo civilizado que podía ser un matón del Gremio de los Carroñeros. Pero eso era sólo lo que translucía en el exterior, en sus ojos se podía leer la fiereza de un depredador nato.

    Sin conocer todos los detalles, Jonathon imaginaba que el motivo de Garrocce para querer participar de forma directa en la cacería tenía que ver con su pata mutilada. A el vorox le faltaba una de sus seis miembros, lo que le obligaba muchas veces a tener que desplazarse de una forma mucho más animalesca de la habitual en un vorox civilizado.

    El grupo se acercó hacia un desagüe donde Pinto se había detenido antes de subir a la nave. Espantaron a un grupo de indigentes que usaban el túnel de refugio y observaron con curiosidad el suelo. El Auriga había cogido algunos de los restos de entre la basura y los había colocado en una extraña configuración, como si fuera algún tipo de mensaje en clave. ¿Tal vez fuera alguna extraña tradición de pilotos? Lo que era improbable es que fuera algo que tuviera que ver con ellos. No sospechaban la que se les venía encima.

    -Creo que es hora de soltar a los perros, señor Engel -dijo Sweet con ese desagradable pito que tenía por voz.

    Acto seguido dio un puntapié y destrozó los símbolos que había en el suelo.

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo IV - El Mecenas

    Los operarios del espaciopuerto se afanaban en la reconstrucción de los daños en turnos de trabajo draconianos. Aunque Engel había visto en Ligaheim a los técnicos más cualificados de los Mundos Conocidos, debía reconocer que la crueldad de sus amos Decados les daba a esos siervos una motivación extra de la que los hombres libres carecían.

    -Veo que han tenido algunos problemas por aquí, milord -dijo el Killroy mientras contemplaba las huellas de explosiones que regaban la pista principal.

    El barón Kohl von Heller le miró durante un instante con desagrado, era obvio que no era de su gusto tratar con gente como Engel.

    -Ya sabía que eran individuos peligrosos y excepcionales, Auriga, por eso les contraté en primera instancia. Lástima que su sentido del honor no fuera parejo a su habilidad.

    -¿Ha pensado en mi oferta? Son una presa que se mueve demasiado rápido, un pequeño grupo cualificado y bien equipado tiene más posibilidades de atraparlos que los agentes de la Casa Decados.

    -Mis problemas comenzaron precisamente por delegar en gente como usted, agente Engel. La venganza es un asunto de honor y como tal no se puede dejar en manos de quienes no comprenden tal compromiso.

    -Yo lo comprendo, milord -Engel retiró brevemente la máscara que cubría su rostro dejando al descubierto sus heridas -Le aseguro que lo último que verá en mí es falta de compromiso.

    El barón le contempló con más curiosidad que desagrado. Le hizo un gesto con la mano para que le acompañara hacia uno de los hangares.

    -Ya había decidido ayudarle, Engel, pero tendrá que ser bajo mis condiciones.

    Dentro del hangar les esperaba una fragata de fuselaje completamente negro y formas sinuosas. Parecía más una nave de infiltración que de combate.

    -¿Sabe lo que es esto, Engel?

    -Hasta ahora sólo por menciones en informes de los Killroy, barón. -Engel no podía disimular su sorpresa. - Debe ser una Nightwing, una de las naves sigilosas que crearon a finales de la guerra con tecnología robada a los Al-Malik.

    -Veo que en su agencia están bien informados. He tenido que recurrir a mis más elevados contactos para conseguirla. Dispondrá usted de ella para su misión, junto a una dotación completa.

    - Está depositando en mí una gran confianza... supongo que a cambio de algo.

    -La Agencia Jacobiana quiere interrogar a los fugitivos antes de su muerte, es posible que posean información valiosa sobre sus patrones. Para asegurarse de que se cumplan sus deseos deberá llevar usted a uno de sus efectivos.

    De la rampa de carga de la nave descendió una enorme figura totalmente embutida en una armadura negra de plastiacero. El yelmo reflectante que ocultaba sus facciones y la terroríifica espada-sierra de su cintura le identificaban como un Cosaco, los temibles comandos de la muerte de la Agencia Jacobiana.

    Engel no pudo evitar un escalofrío al recordar una vieja superstición de la época de la invasión de Malignatius. Los soldados Li Halan consideraban demonios a los Cosacos y creían que cuando un hombre moría a manos de uno de ellos, viendo su propia muerte reflejada en su yelmo, le era arrebatada su alma.

    -Uno de sus camaradas murió durante la fuga de nuestros objetivos. A cada escuadra de Cosacos les une un feroz sentimiento de lealtad. Éste y sus hermanos no cejarán hasta que hayan vengado su muerte.

    Engel sonrió ante las nuevas expectativas que se abrían para su grupo de caza.

    -¿Cómo se llama la nave?

    -Némesis -Respondió von Heller -Como la antigua diosa de la venganza.

    6 de mayo de 2011

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo III - El Doctor

    Engel se creía preparado para el hedor típico de las barracas de esclavos, pero esto era Pandemónium y eso significaba que aquí cualquier tipo de miseria humana se iba a ver aumentada de forma drástica.

    Se subió el embozo para protegerse del olor y comenzó a vagar entre las hileras de cuerpos encadenados. No hizo caso de las imploraciones de aquellos desdichados y apenas se entretenía en examinarlos, puesto que había venido aquí a buscar a una persona muy concreta.

    Al fin lo encontró, estaba asistiendo a los que se encontraban en peor estado de salud. A fin de cuentas, La Asamblea no podía permitirse perder la inversión que había hecho en estos productos por algún inconveniente como un miembro gangrenado o una enfermedad mal tratada.

    -Dr. Uldas?

    En cuanto oyó su nombre, el científico se envaró y miró de reojo nervioso, parecía dudar de si responder afirmativamente o no a la sencilla pregunta. "He aquí un hombre acostumbrado a huir", pensó Engel.

    -Tranquilícese doctor, no tengo cuentas pendientes con usted. Es más, puede que mi visita le resulte beneficiosa.

    Uldas se giró hacia él y se subió los anteojos, inspeccionando a Engel con ojos huidizos. El temor había dado paso a la curiosidad.

    -¿En qué puedo ayudarle?- Preguntó mientras se pasaba la mano por la grasienta melena, intentando adecentarse un poco.

    Engel decidió ir al grano:

    -Quiero que me acompañe, Uldas, voy a dar caza a los indivíduos que me hicieron esto.- Dijo señalándose la máscara. -Son los mismos que casi acaban con usted cuando traicionó a sus antiguos amos Gilgar, ambos tenemos cuentas pendientes con ellos.

    -¡Ni hablar!- Uldas le miró como si estuviera loco. -Bastante suerte tuve de escapar con vida la primera vez, no quiero ningún tipo de revancha contra esos hombres, es más, espero no volver a encontrarme con ellos jamás.

    -Le pagaré bien. Debido a sus pocos escrúpulos ha arruinado su carrera, pero sin duda un hombre de sus talentos se está desperdiciando aquí. Yo...

    -Prefiero conservar mi pellejo.- Le interrumpió Uldas. -Yo sólo me enfrenté a esos mercenarios por temor a lo que Gramton pudiera hacerme, pero esos tipos acabaron con él. ¡A ellos sí que hay que temerles!

    -De quien debe tener miedo es de mí, doctor.- Engel dejó entrever la pistola bláster que llevaba debajo de la capa con gesto amenazador. -Necesito de sus servicios, no le estaba dando a elegir.

    Uldas tuvo que tragar saliva antes de responder:

    -Creo que podría replantearme su oferta.






    Engel casi se había arrepentido por completo de haber reclutado a Uldas. El Apotecario no hacía mas que quejarse de todo y lamentarse de su mala suerte. Era muy últil llevar en la nave a alguien con esos conocimientos de medicina e ingeniería, pero a duras penas compensaba su actitud negativa. Hasta ahora le había servido para administrarle los tratamientos que sus heridas requerían y para mantener tranquilo al "huesped" de la bodega, pero esta última labor parecía ser un nuevo motivo de lamentaciones para el doctor.

    -¿Para qué ha traído esa cosa con nosotros? Es un peligro que esté en la nave.

    -Esa "cosa" era uno de los tres motivos que tenía para detenerme en Pandemónium, Uldas. Para mí tiene tanto valor como usted, así que asegúrese de que no cause problemas.

    -Si yo era otro de los motivos... ¿Cuál era el tercero entonces?

    -Tenía que entrevistarme con una persona, pero ya había abandonado el planeta. Así que tendremos que ir a buscarla.

    -¿Otro compinche para nuestra pequeña partida de caza?

    -No exactamente. Nuestros objetivos son tan esquivos porque tienen una organización que les respalda, nosotros necesitamos también alguien que nos financie, alguien que tenga tantos motivos como nosotros para verlos muertos.

    -¿Y quién es esa persona misteriosa?

    -El barón Kohl von Heller, de la Casa Decados.

    5 de mayo de 2011

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo II - El Informe


    Engel permaneció durante un buen rato contemplando la pantalla de su máquina pensante. Había completado su informe hacía horas pero se resistía a enviarlo. En cuanto lo hiciera tendría su venganza; ese traidor de Jack Pinto y el resto de sus acompañantes serían arrestados en el primer espaciopuerto en el que atracasen. Para el Auriga eso supondría con toda seguridad la sentencia a muerte y puede que para los otros también; con las pruebas que había reunido ni siquiera los nobles se iban a librar con facilidad.

    Aún así, no era eso lo que quería. Si los apresaban todo se resolvería en un juicio que no le ofrecería el tipo de satisfacción que él buscaba. No, él quería algo más personal, hacerles pasar por un infierno como el que él y sus hombres habían pasado, que sintieran la misma desesperación e impotencia que Jansen y Dunne. Era un agente de los Killroys, no se iba a sentir satisfecho a menos que él mismo les diera caza y los matara con sus propias manos. Entonces podría decir que ya había cumplido su venganza.






    -Notará una leve molestia, pero se le pasará enseguida, no se preocupe.- Dijo la Apotecaria.

    Engel sintió el tacto frío de la máscara regenarativa en su cara y un fuerte escozor cuando los geles de su interior se extenderon por los zonas donde ya no había piel.

    -¿Tendré que llevar esto mucho tiempo?- Preguntó el Killroy.

    -Unos 3 meses antes de la primera operación. Y a intervalos intermitentes el primer año.- La doctora ni le miraba mientras apuntaba datos en su máquina pensante. - No se preocupe, en cuanto apliquemos las prótesis seremos capaces de reconstruir la mayor parte de su cara. Quedarán algunas cicatrices, pero dada la gravedad de sus heridas, puede estar contento de que le estén tratando en Ligaheim.

    -Doctora, tengo que efectuar un largo viaje. ¿Podría posponer la operación y usar la máscara durante un período prolongado?

    -Tal cosa sería posible, pero debería recibir tratamiento especializado al menos una vez cada dos semanas y no todos los mundos del Imperio disponen de instalaciones tan avanzadas como éstas.- Miró su ficha en la máquina pensante. -De todas formas, aquí dice que usted está temporalmente apartado del servicio activo y pendiente de informe, no creo que pueda viajar.

    -¿Acaso cree que los Aurigas van a compartir sus secretos con un gremio menor como el suyo? Usted limítese a proveerme de las dosis de gel y deme una lista de los mejores centros del Gremio de los Apotecarios.

    -¿En qué mundo?- Preguntó la doctora, obviamente molesta por la salida de tono de Jonathon.

    -En toda la Red de Salto.






    -¿Es éste su informe, agente Engel? Esperábamos más datos, la verdad.

    -Siento no poder ofrecerle nada más, señor.- La decepción fingida de Engel resultó de lo más convincente.- Le aseguro que no hay nadie más interesado que yo en atrapar a esas ratas de casco, pero lamentablemente la pista de la nave no sirvió para determinar la identidad de sus propietarios. Aparte de Kam Sharp, quien se haya en paradero desconocido, no sabemos quiénes eran ni qué datos poseía Sharp. Si me da más tiempo puedo tratar de seguir su rastro y averiguar algo más.

    -Sé que quiere seguir en el caso, pero sigue de baja médica, así que considérese apartado de él. Lo siento Jonathon, sé que le gustaría vengar a sus compañeros, pero le aseguro que nuestros mejores agentes ya están en ello.

    Daba igual cuán buenos fueran esos agentes, Engel había borrado concienzudamente el rastro de sus enemigos en los espaciopuertos de todo el trayecto entre Ligaheim y Grial. Por lo que el resto del universo sabía, la nave Kabuto jamás había estado en Kesparate.

    -Yo... lo entiendo almirante.

    - Usted sólo preocúpese de curarse y de descansar, Engel. Le queremos a pleno rendimiento cuando esté listo. Tómese un permiso, se lo merece.

    - Tal vez lo haga señor, mi doctora dice que en Madoc hay un tratamiento de algas que podría ser muy beneficioso para mis heridas.

    Mientras salía del despacho del almirante, Engel vio su reflejo en el espejo de al lado de la puerta. La cobertura protésica que cubría sus heridas le daba un aspecto siniestro y la mirada que le devolvió su reflejo era la de un completo extraño. Un nuevo fuego brillaba en esos ojos, el frío y profesional agente había dado paso a algo tan retorcido como el rostro que se ocultaba bajo la máscara.

    4 de mayo de 2011

    EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
    Capítulo I - El Superviviente



    -Vamos, Dunne, podemos hacerlo... Ya casi hemos salido.

    Engel notaba que su voz había perdido convicción con el paso de las horas, pero, dado que Dunne estaba cada vez menos consciente, era probable que sus ánimos fueran más dirigidos a sí mismo que al herido. Fueran a quien fueran destinados, no surtieron efecto.

    El sacrificio de Jansen apenas les había valido unos 20 minutos de delantera. Cuando era obvio que no podrían escapar, se había ofrecido voluntario para crear una distracción que retrasara a sus perseguidores y se había separado de ellos. Por un momento Engel llegó a pensar que aprovecharía para abandonarlos y escapar por su cuenta, pero los alaridos que oyó más tarde le confirmaron que había sido un valiente o que había tenido mala suerte.

    Llevaban horas huyendo, usando los escombros de El Vertedero como cobertura, pero a medida que se acercaban a las zonas seguras de Kesparate menos escondrijos había. Cuanto más cerca estuvieran de la salvación, más expuestos se iban a encontrar.

    Engel ya no podía más; Dunne cada vez ponía menos de su parte por caminar y llevaban muchos kilómetros recorridos. Se detuvieron entre las ruinas de lo que debió ser algún tipo de planta industrial de la 2ª República y se ocultaron entre las sombras. El edificio estaba parcialmente hundido en una gran charca de oscura agua, el ambiente era muy húmedo, pero, según el detector de radiación que llevaba en la pulsera, los niveles de contaminación eran tolerables.

    Al menos los bastardos que les habían abandonado desarmados en El Vertedero les habían dejado agua y su escaso equipo de supervivencia. Seguía siendo una condena a muerte, pero les habían dado los medios de alargar su agonía unas cuantas horas más. Engel se había jurado que no iba a morir sin antes volver a verse cara a cara con los que les habían dejado en ese infierno a él y sus hombres. Les iba a agradecer su gesto magnánimo de no haberles matado, iba devolverles su consideración con creces.

    Un ruido de gravilla removida le sacó de su ensimismamiento. Los oía dentro de la fábrica. Estaban más cerca de lo que él pensaba! No se habían detenido a devorar el cuerpo de Jansen, no teniendo otras dos presas jugosas tan cerca.

    Desesperado, buscó algún escondite mejor que las meras sombras. Sin duda varios de ellos se habrían adaptado a ver en la oscuridad total, así que la única opción era moverse de allí. No vio ninguna opción cercana que no entrañara el riesgo de hacer demasiado ruido, así que sólo les quedaba la opción de las malsanas aguas.

    Lentamente, arrastró el cuerpo de Dunne y lo fue hundiendo en la fría charca. Enseguida comenzó a protestar, pero él le tapó la boca y le susurró tranquilizadoramente.

    - Me ahogo, Jonathon, ayúdame... me ahogo.- Gemía Dunne.

    No parecía consciente de la situación, pero Engel no podía alzar más la voz para tranquilizarlo. Le tapó la boca con aún más fuerza y se hundieron en las aguas hasta casi la altura de los ojos, camuflándose entre restos flotantes.

    Enseguida los pudo ver, un grupo de siluetas contrahechas se recortaba contra la luz de una de las grietas. Parecían vagamente humanas, pero a poco que uno se fijase se iba a encontrar con extraños e incluso múltiples miembros y otras muchas malformaciones. Ojos brillantes les buscaron entre la oscuridad y pudo escuchar un ruido de olfateo más propio de bestias que de hombres.

    Los D-Generates era una de las más peligrosas y viciosas bandas de Cambiados y el hecho de que les hubieran perseguido mucho más allá de los límites de su territorio así lo demostraba. Habían olido la sangre y no se iban arendir hasta tener a su presa.

    Dunne cada vez forcejeaba con más fuerza y hacía esfuerzos por gritar, estaban haciendo demasiado ruido, no iban a tardar en descubrirles. Engel se dijo que "no tenía otra salida", que "sólo lo silenciaría hasta que pasaran de largo". Puso todo el peso de su cuerpo sobre Dunne y lo hundió hasta el fondo de las aguas.

    Durante un instante que pareció eterno sintió la lucha desesperada de su compañero, pero no relajó su presa. No pudo contener las lágrimas que bajaban desde sus mejillas para fundirse con la charca, pero lo que sí que pudo contener fue el ruido, ya que los Cambiados pasaron de largo. lamentablemente, tardaron demasiado en irse para Dunne.

    Esperó un buen rato hasta asegurarse de que estaban ya lejos para salir del agua. Se alejó tan rápido como pudo del cuerpo de Dunne. Los remordimientos empezaron a asaltarle, pero sabía que no había tiempo ahora para eso ahora, ese tipo de pensamientos te mataban en una situación así.

    Tampoco tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre ello, puesto que apenas se había alejado de la charca y recibió un fuerte garrotazo en el hombro.

    -¡Ja! ¿Pensabas que ibas a escapar de Sawmouth, carne? No soy tan tonto como mis hombres.- Bramó una enorme silueta entre las sombras. -Sawmouth es jefe, para él será todo el botín y la gloria.

    El enorme mutante le derribó de nuevo sobre las aguas y atenazó su cuello. Le golpeó con fiereza una y otra vez la cabeza contra las rocas mientras le estrangulaba. Era mucho más fuerte que Engel, no había forma de escapar de su presa. Mientras sonreía, mostraba una horrible ristra de enormes dientes con forma de cuchillo que sin duda le habían servido para ganar su nombre de guerra.

    -Te voy a devorar, hombrecillo, éste es tu fin.- Dijo mientras hundía esas afiladas monstruosidades en el blando rostro de Engel.

    Un dolor indescriptible recorrió el cuerpo de Engel mientras veía cómo ese engendro le arrancaba un buen cacho de cara. Pero el dolor venía acompañado de miedo y furia ciega y ésta le dio fuerzas para agarrar un enorme cascote y golpear con fuerza la cabeza del Cambiado.

    Gritando los dos como dementes forcejearon en una danza mortal para acabar lanzándose sobre las aguas. Pronto Dunne iba a tener compañía.





    Los guardias de la Asamblea asignados a la protección de los pasos desde El Vertedero hasta los distritos altos de Kesparate no se caracterizaban por dudar mucho antes de disparar. Al más mínimo gesto sospechoso por parte de la escoria que habitaba el inframundo respondían con una buena ráfaga de sus armas.

    Quizás fuera la orden de no malgastar munición lo que permitió a aquel despojo de ser humano acercarse lo bastante hasta ellos como para sacar algo de su bolsillo.

    -Jonathon Engel, agente especial en misión de los Killroys.- Masculló lastimeramente con toda la claridad que le permitía el cacho de mandíbula que le faltaba.

    Ya se acercaban los Esclavistas con sus porras a dar una lección a aquel desecho cuando vieron que efectivamente poseía credenciales del Gremio de los Aurigas.

    -Tranquilo, amigo, estás a salvo.- Dijo uno de los Esclavistas tras comprobar su identidad. -Todo ha acabado.

    -No.- Dijo la horrible máscara que antes era el rostro de Engel. -No ha hecho más que empezar.