5 de mayo de 2011

EL LARGO CAMINO DE LA VENGANZA
Capítulo II - El Informe


Engel permaneció durante un buen rato contemplando la pantalla de su máquina pensante. Había completado su informe hacía horas pero se resistía a enviarlo. En cuanto lo hiciera tendría su venganza; ese traidor de Jack Pinto y el resto de sus acompañantes serían arrestados en el primer espaciopuerto en el que atracasen. Para el Auriga eso supondría con toda seguridad la sentencia a muerte y puede que para los otros también; con las pruebas que había reunido ni siquiera los nobles se iban a librar con facilidad.

Aún así, no era eso lo que quería. Si los apresaban todo se resolvería en un juicio que no le ofrecería el tipo de satisfacción que él buscaba. No, él quería algo más personal, hacerles pasar por un infierno como el que él y sus hombres habían pasado, que sintieran la misma desesperación e impotencia que Jansen y Dunne. Era un agente de los Killroys, no se iba a sentir satisfecho a menos que él mismo les diera caza y los matara con sus propias manos. Entonces podría decir que ya había cumplido su venganza.






-Notará una leve molestia, pero se le pasará enseguida, no se preocupe.- Dijo la Apotecaria.

Engel sintió el tacto frío de la máscara regenarativa en su cara y un fuerte escozor cuando los geles de su interior se extenderon por los zonas donde ya no había piel.

-¿Tendré que llevar esto mucho tiempo?- Preguntó el Killroy.

-Unos 3 meses antes de la primera operación. Y a intervalos intermitentes el primer año.- La doctora ni le miraba mientras apuntaba datos en su máquina pensante. - No se preocupe, en cuanto apliquemos las prótesis seremos capaces de reconstruir la mayor parte de su cara. Quedarán algunas cicatrices, pero dada la gravedad de sus heridas, puede estar contento de que le estén tratando en Ligaheim.

-Doctora, tengo que efectuar un largo viaje. ¿Podría posponer la operación y usar la máscara durante un período prolongado?

-Tal cosa sería posible, pero debería recibir tratamiento especializado al menos una vez cada dos semanas y no todos los mundos del Imperio disponen de instalaciones tan avanzadas como éstas.- Miró su ficha en la máquina pensante. -De todas formas, aquí dice que usted está temporalmente apartado del servicio activo y pendiente de informe, no creo que pueda viajar.

-¿Acaso cree que los Aurigas van a compartir sus secretos con un gremio menor como el suyo? Usted limítese a proveerme de las dosis de gel y deme una lista de los mejores centros del Gremio de los Apotecarios.

-¿En qué mundo?- Preguntó la doctora, obviamente molesta por la salida de tono de Jonathon.

-En toda la Red de Salto.






-¿Es éste su informe, agente Engel? Esperábamos más datos, la verdad.

-Siento no poder ofrecerle nada más, señor.- La decepción fingida de Engel resultó de lo más convincente.- Le aseguro que no hay nadie más interesado que yo en atrapar a esas ratas de casco, pero lamentablemente la pista de la nave no sirvió para determinar la identidad de sus propietarios. Aparte de Kam Sharp, quien se haya en paradero desconocido, no sabemos quiénes eran ni qué datos poseía Sharp. Si me da más tiempo puedo tratar de seguir su rastro y averiguar algo más.

-Sé que quiere seguir en el caso, pero sigue de baja médica, así que considérese apartado de él. Lo siento Jonathon, sé que le gustaría vengar a sus compañeros, pero le aseguro que nuestros mejores agentes ya están en ello.

Daba igual cuán buenos fueran esos agentes, Engel había borrado concienzudamente el rastro de sus enemigos en los espaciopuertos de todo el trayecto entre Ligaheim y Grial. Por lo que el resto del universo sabía, la nave Kabuto jamás había estado en Kesparate.

-Yo... lo entiendo almirante.

- Usted sólo preocúpese de curarse y de descansar, Engel. Le queremos a pleno rendimiento cuando esté listo. Tómese un permiso, se lo merece.

- Tal vez lo haga señor, mi doctora dice que en Madoc hay un tratamiento de algas que podría ser muy beneficioso para mis heridas.

Mientras salía del despacho del almirante, Engel vio su reflejo en el espejo de al lado de la puerta. La cobertura protésica que cubría sus heridas le daba un aspecto siniestro y la mirada que le devolvió su reflejo era la de un completo extraño. Un nuevo fuego brillaba en esos ojos, el frío y profesional agente había dado paso a algo tan retorcido como el rostro que se ocultaba bajo la máscara.

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